Cuando se habla de eficiencia energética en instituciones de salud, no sólo hablamos de reducción de costos y mejor uso de los recursos, si no también de alinear la misión del cuidado de la salud de los pacientes con las políticas públicas de salud asociadas a la reducción de la contaminación.

Las metas globales asociadas a revertir los efectos del cambio climático, la reducción de la disponibilidad de los recursos naturales y el incremento de la contaminación representa un reto adicional en el cuidado del paciente para la infraestructura hospitalaria. 

Los centros de control y prevención de enfermedades han relacionado, a nivel mundial, el incremento de la contaminación con enfermedades respiratorias, enfermedades pulmonares, cáncer, desnutrición, obesidad y diabetes.
Por esta razón, el diseño e implementación de programas de ahorro de energía es fundamental a la consecusión de los objetivos de los centros de salud: el restablecimiento y cuidado de la salud de las personas.

¿Cómo se diseña un plan de ahorro y eficiencia energética?

La infraestructura hospitalaria puede incrementar el uso eficiente de la energía de su infraestructura existente mediante la optimización de los sistemas de los edificios, la gerencia apropiada de la energía que se consume por los dispositivos electrónicos y los equipos médicos y comprometiendo y motivando a su personal médico-administrativo en un cambio positivo del comportamiento de consumo de energía.

Mas allá de un cambio de políticas de ahorro de energía, ¿Qué cambios son necesarios en la infraestructura para lograr resultados efectivos?

La optimización del consumo energético de los equipos motorizados, de las cargas térmicas de la infraestructura hospitalaria, indispensables para la garantía de espacios asépticos, y la optimización de la tecnología del sistema de iluminación son algunas de las cosas que se incluyen en el diseño y ejecución de un plan de ahorro y eficiencia energética para un centro de salud.