Las instituciones prestadoras de servicios de salud, por la naturaleza de sus actividades de cuidado de la salud, las 24 horas del día y los 365 días del año, no pueden permitirse el lujo de detener sus operaciones y servicios asistenciales debido a la falla de equipos que podrían haber sido fácilmente previstos.
Cuando se habla de mantenimiento preventivo, lo fundamental es pensar en qué es lo que se prevee: en el caso de la infraestructura hospitalaria, no son menos que vidas humanas.
Usualmente el mantenimiento preventivo, desde el punto de vista técnico, esta fundamentado en evitar las paradas operativas de producción.
En el caso de la infraestructura hospitalaria, no pasa desapercibido qué representa una parada involuntaria de las operaciones: una falla asistencial hacia vidas humanas.
No solo debe ejecutarse un plan de mantenimiento, sino también que este debe ser poco invasivo y al mismo tiempo efectivo.
Los mantenimientos preventivos, cuando se ejecutan de forma programada y sistemática, están destinados a realizar intervenciones de piezas de bajo costo, cuyo nivel de degradación puede ser fácilmente evaluado mediante el protocolo de inspección correcto. Sin embargo, es bastante complicado detectar algunas degradaciones, tales como microfisuras, aumento de temperatura de conductores y piezas mecánicas y aislamiento defectuoso.
¿Cómo pronosticar fallas a partir de la ejecución de mantenimientos preventivos?
Las actividades propias del mantenimiento preventivo se llevan a cabo de la mano de técnicas de análisis no invasivas, que proveen al personal especializado de EnergyMed de un historial de comportamiento del equipo. Esta información es extrapolada y analizada con base en la documentación propia del fabricante del equipo, a fin de determinar la vida útil de las partes susceptibles a falla y programar y ejecutar el cambio de las partes o piezas antes de que estas conlleven a fallas generales e indisponibilidad de los servicios.