La energía eléctrica es la alimentación que permite el funcionamiento correcto de equipos eléctricos, en especial de equipos médicos.
Al igual que con los seres humanos, una alimentación de mala calidad produce el mal funcionamiento de los equipos médicos, reduciendo con ello la capacidad asistencial del centro de salud.
Si sus equipos encienden y funcionan, ¿también debe preocuparse por conocer la calidad de la energía eléctrica de la cual se alimentan?
Así como conocemos cuáles alimentos son buenos o malos para el cuidado de nuestro organismo, independientemente de que sean capaces de brindar la energía que el cuerpo necesita, de igual forma somos capaces de medir la calidad de la energía que mantienen operativos nuestros equipos eléctricos.
La calidad de energía depende en gran medida de la naturaleza de los equipos que estén conectados al sistema eléctrico, así como a las condiciones propias de la energía entregada por el operador de red. Ambas condiciones son perfectamente corregibles, más es necesario un monitoreo y estudio adecuado para prescribir con efectividad la solución al problema.
Del mismo modo que cuidamos nuestro cuerpo y le realizamos análisis varios para determinar el estado de nuestros organos, es necesario realizar estudios de calidad de energía periódicos para verificar y corregir, de forma oportuna, los comportamientos funcionales pero muchas veces dañinos de la electricidad.
¿Cómo afecta la calidad de energía las operaciones de los centros de salud?
Los padecimientos de los equipos eléctricos asociados a la calidad de energía, se manifiesta con el deterioro de los componentes físicos del sistema eléctrico y electrónicos de nuestros equipos, derivando en fallas del sistema y en el reemplazo por falla de tarjetas electrónicas.
¿Qué hacer para identificar los problemas de calidad de energía en centros de salud?
Para identificar problemas de calidad de energía en instalaciones eléctricas hospitalarias, es necesario realizar un registro en el tiempo de variables eléctricas en un período de tiempo de 3 a 7 días según la complejidad de las instalaciones, para verificar el comportamiento normal de las variables, así como estudiar los eventos que pueden ocurrir, determinar su origen y prescribir los correctivos necesarios.